Poco le importa a Pedro Moreno la vida de su conductor de
autobús matutino. Un hombre grueso, poco esbelto y con bigote prominente y
canoso. Pero a quién sí le importa y mucho ese señor, es a su mujer. Porque esa mañana, esa señora de genio implacable pierde los nervios con su marido (otra
vez se ha dejado los platos sucios en la cocina). Poco le importa
esto también a Pedro Moreno si no fuera porque las regañinas dela señora no son
breves y el autobús se retrasará. Entonces ahí está Pedro, refugiado bajo su
paraguas azul marino, esperando impaciente y preguntándose el por qué de la
lentitud del vehículo. Pero pronto su paraguas da cobijo a una elegante chica
de ojos pardos. Desde entonces fue perdiendo buses con tal de
charlar un rato con ella. Años después se casaron.
Pequeños cambios en nuestra vida pueden ser significativos y
todo por meras casualidades. Es el denominado efecto mariposa (Teoría del caos).
Toda nuestra vida se ve condicionada por el constante caos a la que es sometida.
El azar está en todas partes y no podemos deducir nada de lo que pasará en
nuestros días. Estamos todo el tiempo intentando planificar nuestra vida sin
saber que ni si quiera podemos planificar lo que puede pasar a la semana siguiente. Por muchos
triángulos que nos inventemos, cuyos ángulos miden 180º, en las cosas
esenciales de la vida, en los hechos, de poco los sirven las leyes matemáticas,
puesto que el tiempo, las personas, las decisiones… ni se rigen ni se limitan
por una ecuación en la que como mucho, hay dos respuestas posibles. Si no que
hay miles. En nuestras vidas, en el mundo hay miles de posibilidades y
combinaciones de sucesos que no están a nuestro alcance y esa es la belleza de
estos.
Tenemos tendencia a predecir. Desde la hora a la que pasará
el autobús, hasta la probabilidad de lluvia el fin de semana. Y es que son pocas cosas las que dejamos al
azar, al menos eso creemos. Tenemos tendencia a querer abarcar todo en nuestras
manos sin saber que hay cosas que escapan por naturaleza. ¡Es cómo querer
controlar una tormenta! Ahí está esencia de las cosas, en su desorden, en su
caos. ¿Hay algo más bonito que la caótica secuencia de colores provocada cuando
el Sol decide marcharse cada atardecer? Todo depende del punto de vista que
contemplemos. Pero claro, tenemos costumbre de destrozar todo aquello que
funciona bien por sí mismo, así como queremos ordenar el caos. Todo
perfectamente estructurado, sin cambios, sin sorpresas. Pero aunque tengamos un horario de autobuses,
no se puede controlar que esa mañana, el conductor tenga una pelea con su mujer
y eso cambie el rumbo de la vida de Pedro. Al igual que no podemos controlar el
rumbo que toma la nuestra, por mucho que nos inquiete esta idea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario