jueves, 7 de diciembre de 2017

¿Es Platón un comunista?

No.

La sociedad que propone Platón en La República no tiene casi nada que ver con el comunismo más allá de la búsqueda una sociedad utópica, lo cual es común a muchas ideologías.

Platón vivió en la época en la que Atenas era una democracia en la que votaban los hombres libres atenienses. Platón estaba descontento con este sistema político, ya que lo consideraba una especie de ‘’dictadura de la mayoría’’, la cual era (y es) fácil de manipular. Por ello, Platón plantea en La República una sociedad dividida en tres clases sociales: gobernantes (filósofos), guardianes, y productores. De hecho, cada clase social está diseñada para desempeñar exclusivamente las funciones de su grupo (producir bienes materiales en el caso de los productores, defender en el de los guardianes, y gobernar para los gobernantes). Un miembro de una clase social determinada no puede realizar funciones ajenas a su clase social (por ejemplo, que un productor gobierne). Mientras que los productores pueden tener propiedad privada, a los guardianes y gobernantes se les priva de ella.

El comunismo, por otra parte, defiende una sociedad en la que los medios de producción son propiedad común, y no existe la propiedad privada ni las clases sociales, a diferencia de en La República. Y, a parte, nadie gobierna.


Por ende, podemos llegar a la conclusión de que Platón no era comunista. Si bien La República y el comunismo tienen algún parecido, se hallaría en alguna otra característica. 

LA ISLAMOFOBIA


viernes, 1 de diciembre de 2017

Barcelona

El miedo es algo tan natural e integrado en nuestra sociedad que ya hemos asumido completamente su acción paralizante. Nos impide pensar con claridad, mantener la mente fría y estar calmados para poder actuar eficazmente y con lucidez ante las decisiones inminentes que tengamos que tomar. Pero todos tenemos miedo y es algo completamente humano, es más, seríamos estúpidos si a veces no lo tuviéramos. Es el único problema es ser o no conscientes de ese sentimiento y de qué o quién lo provoca.

La escena que se vivió en Barcelona el 1 de Octubre mantuvo en vilo a toda España durante veinticuatro horas en las que se contuvo la respiración ante la instauración de la inestabilidad y la violencia en nuestras calles, sí, aún son NUESTRAS calles, porque las reiteradas manifestaciones y sublevaciones catalanas no consiguieron cambiar ninguna de las decisiones tomadas por el gobierno y como si se tratara de un caso archivado y olvidado, el 1-O pasó a ser solo un mal día en el calendario español. Lo que sí se consiguió, fue avivar el fuego del odio y el rechazo por parte de los que sí se consideran españoles, contra los que no y viceversa. Todo ello fruto de las imágenes emitidas por los medios de comunicación que despertaron sentimiento nacionalistas adormecidos. Detrás de todo este furor patriota otro de los grandes temas sacados a colación fue la actuación de la policía aquel día. 

Si Platón huera visto todo esto se habría sentido profundamente decepcionado con el poco éxito de La República. Habría contemplado atónito, como todos, como la cifra iba ascendiendo: 19, 34, 114… hasta llegar a los 893 catalanes que tuvieron que ser atendidos por sanitarios en los hospitales. Se han mostrado vídeos de civiles grabados con móviles donde los valientes y fuertes guardianes se revelan contra el pueblo, esas personas que defendieron ayer, que defenderán mañana y que tuvieron que haber defendido también aquel día. Los guardianes, los que no temen perder ni riquezas ni hijos, los ‘justicieros’, acatan sumisos (pidiendo la misma sumisión al pueblo) las órdenes de un gobierno inmóvil e intransigente. ¿Cuál podría se la razón? Pues que han sido corrompidos por el miedo. Tienen miedo de los gobernantes y sus represalias, y dicho sentimiento es tan grande que ha eclipsado las luces de la razón. Chillidos; gente que es arrastrada  por el suelo, que sangra, que llora; niños a hombros de sus padres; la multitud que grita libertad; los policías que piden silencio; manos vacías; rifles, pistolas y porras; sirenas. El diálogo ha sido sustituido por las armas en lo absurdo e irónico de la situación, todo ello liderado por el miedo.

Y ahora es el pueblo quien teme a los guardianes.